A Monet no le interesa la objetividad del paisaje urbano, sino la captación de la atmósfera y de la luz; "(...) mientras Renoir captaba la intensa belleza del lugar, rico en movimiento, colores y vida y la plasmaba en una atmósfera de luz, de goce estético que expresaba el amor del artista a la vida cotidiana, el interés de Monet se desplazaba a los reflejos del agua, donde los rojos, los verdes y los blancos están afrontados con una violencia de estilo y una seguridad perceptiva extraordinaria (...) Monet, junto a Pisarro, pintó el Támesis y las brumas de los parques londinenses, temas que, excluyendo la estabilidad de los planos de perspectiva, permiten el estudio ya no del objeto, sino de la atmósfera o del agua en sus transparencias. (...) Monet abandonó Londres para regresar a Francia con una breve etapa en Holanda, durante la cuál realizó una serie de paisajes surcados por lentos canales y con molinos de viento, donde la atmósfera diáfana se traduce en color puro con una absoluta inmediatez de sensación óptica.
(...) Dos años después de pintar "Impresión: sol naciente", cuando la obra apareció en la primer exposición colectiva de impresionistas, el término impresión sería empleado despectivamente y con ironía por el crítico Leroy; pero al propio tiempo, adquirió el carácter de enseña histórica del movimiento y puede decirse que de modo apropiado, porque, lejos de referirse a superficialidad o ligereza, expresa el concepto sustancial de sensación, percepción, análisis de lo que aparece fugazmente a nuestros ojos, de lo que muda ante nosotros a cada instante. Puede considerarse una experiencia fenomenológica de la realidad, en cuanto el artista, a través de tal impresión, queda involucrado en el flujo de lo real y se hace partícipe de ello con su trabajo, poniendo en juego también un proceso cognoscitivo." Con esto, entendemos que el pintor impresionista no retrata en su lienzo una simple visión superficial de la realidad, sino que la transforma y la estudia a fondo para luego resumirla en el cuadro a través del color y la luz que percibe. Monet, particularmente, buscaba captar lo que el ojo ve y el cambio dinámico del paisaje en función de la perspectiva y la luz.
Monet se hizo construir un estudio en una barca para poder pintar en el Sena y encontrarse también físicamente en el centro de las sensaciones de luz y de color que pretendía captar.
"El único mérito que tengo es haber pintado directamente de la naturaleza, con la intención de comunicar mi impresión incluso de los más fugitivos efectos."
-Claude Monet
En la obra de Monet, la luz asume funciones de concentración mientras se confía al color el aspecto constructivo de la obra: es decir, que el color es el que da forma a los elementos de la composición, pero lo que capta la atención del espectador de la obra son las partes que están iluminadas.
Con el fin de estudiar los distintos matices de la atmósfera que envolvía los motivos, era típico de los impresionistas el realizar distintas versiones de la misma composición en distintos momentos del día y bajo distintas condiciones de iluminación y atmosféricas.
Como claro ejemplo de esto, podemos mencionar la serie de la Catedral de Rouen realizada por Monet, pero también pintó varias versiones de pajares, o del edificio del parlamento británico cuando estuvo en Londres. Pissarro, por su parte, pintó en varias ocasiones la vista que le ofrecía su ventana del bulevar de Montmartre.
Distintas versiones del Boulevard de Montmartre; Camille Pissarro; 1897. |